viernes, 29 de abril de 2011

Inseguridad y Estado Fallido


Diario PANORAMA

29 de Abril de 2011

INSEGURIDAD Y ESTADO FALLIDO

Texto: Francisco Delgado


En Maracaibo, en materia de seguridad, una cosa es el discurso y otra bien distinta la realidad. Hace poco el Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia daba cuenta de lo bien que se porta la Gobernación del Estado Zulia en  materia de seguridad. El Consejo General de Policía, por su parte, no escatima calificativos para referirse a la Policía Regional, ahora Cuerpo de Policía del Estado Zulia (CPEZ), por su exitosa adecuación al modelo policial que contempla la nueva de Ley Orgánica de los Servicios de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional; en contraste con  los servicios de  policía local, públicamente reprobados por el mismo ente. 

Tal circunstancia resulta desconcertante para los marabinos, que vivimos y padecemos diariamente la escalada criminal. ¿En qué consiste entonces la seguridad; el asunto es de forma o se trata más bien de una cuestión de fondo? Lo que vemos en la práctica es el deterioro progresivo de las instituciones del control formal; a pesar del cambio de uniformes o del color de las patrullas o de  la homologación de la estructura interna de las instituciones policiales, el desempeño sigue siendo muy cuestionable. En esta materia, a pesar de la posición oficial, el fracaso es estruendoso: ¿Dónde está la vocación comunal de lo servicios policiales?; ¿dónde esta la policía decente que se nos había prometido?; ¿donde están los funcionarios que salen a servir de manera próxima al pueblo, los que no matraquean, los que no cobran recompensa por recuperar vehículos, los que no participan en el microtráfico y en los secuestros? ¿De que va toda esta retórica si la gente debe protegerse privadamente de los criminales renunciando a vivir viviendo, es decir,  a los espacios públicos, pagando vacuna, cerrando las calles, poniendo cámaras y cercos eléctricos? Aquí lo único ostensible es la erosión de la autoridad legítima y el desprestigio creciente de las instituciones formales del control social; igualmente la pérdida del control físico de los espacios públicos y del monopolio en el uso legítimo de la fuerza. En Maracaibo sufrimos de manera cotidiana la violación de nuestros derechos constitucionales cuando ciudadanos atemorizados por la inseguridad restringen el libre tránsito, cercan las vías públicas, colocan reductores de velocidad, y contratan guachimanes ante la imperturbable  mirada de una burocracia inepta. También cuando se delinque impunemente desde la cárcel y a los policías hay que pagarle gratificaciones para que cumplan con sus obligaciones legales. Sin detenernos en   la precaria garantía de otros derechos básicos que el Estado, en sus distintos niveles, debe proteger: transporte público, aseo urbano y domiciliario, espacios para la convivencia, la cultura y el  deporte, para la salud y la educación, vialidad, etc.; la verdad verdadera es que más allá del discurso, la crisis institucional y la ineficacia del Estado para garantizar mínimamente los derechos fundamentales del ciudadano, en particular el de la vida y la seguridad, nos acercan peligrosamente a los supuestos de un Estado Fallido